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·I~ tinente, al fadron facineroso, y á todos aquellos, que, 6 por sus vicios, 6 por su estolidéz, 6 por otros motivos tales los juzgamos indignos de vivir en el mundo , sustituyesemos la viv:1 consideracion de los secretos impenetrables del Altísimo, de los desengaños, que aquellas circunstancias nos ofrecen, y de la necesidad que tenemos de prepararnos con tiempo anticipado para tan temibl.::, como inevitable hora, yá serían sus electos muy otros de los que han sido en lo pasado, y yá tocariamos por expe– riencia pf'opia, qnanto mejor nos es asistir en 1a casa d el duelo, donde se llora algun d efunto , que ir á la del convite, y regocijo, porque en aquella se nos recuerda el comun, é inevitable término de nuestra vida, con la presencia de aquel yerto cadavcr, y los vivos piensan lo que á ellos habrá de suceder. les: Milior est ir,: ad d.im: ,m luctus, quam ali do,mms comvivii: ÍIJ illa e11im /mis cu11ctomm admo11eti1r bo– minwn, et vive1JS cogitat, q:,id fuwrwn sit. (a) ;Pero ojalá no fuese aun mayor que la insinuada nues"" tra estulticia! Y o os supüco no os escandaliceis quando me oyereis decir, que no pocos hombres, predados de mui sabios, viven persuadidos, que no hay diferencia alguna entre la muerte del hombre, y la muerte de las bestias; (b) porque están creidas que tanto á nosotros, como a los brutos todo se acaba con la vida, sin que despues tengan que esperac nuestras almas algun premio, 6 que temer algun castigo. Su detestable incredulidad los tiene reducidos á este crasisimo error , y él verdad.:rameute los hace pare~ cidos :í las bestias , y los ha. transformado en estó- li~

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