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lI'?. no lo es menos el qué para lo un.o , y lo otro nos presenta la de su casto esposo el Señor In– fante Don G,1briel Antonio de Borboll, nuestro Ge- fe, Y nuestro dignisimo Hermano mayor. Sí , her– manos mios ; porque igualmente en la vida de es– le , que en la de aquella Señora teniamos un mo– délo no indigno de nuestras atencion{'!S p::ira el cris– tiano , y racional arreglo de nuestras~ costumbres, y estHos. Y o veo eu estos dos Senores una tal union de voluntades , una tan mútua correspon– dencia de afectos , y una fidelidacl tan recíproca, que me obliga a juzgarlos mui unos en la virtud, nada diversos en la piedad, y en el mérito mui semejantes. Yo veo en ellos un solo corazon, una sola alma, en igual sentido , que eran una misma: carne por su estado. Y yo los veo formar uno de aquellos raros matrimonios, que mas por la uni... formidad d¿ costumbre¡ , ide1Hidad de inclinack>nes, y similitud de almas , que por su regía estirpe, y temporal prosperidad se pudieron llamar felices., y que si11 dl!da los hízo agrad1bles á Dios , y en– tre los hombres NCO.ncnd..iblcs P por s~r esta cas– ta union, una de las tres cosas faustas, y 3grada– bles, q.ie se veu cou aplauso universal sobre la tier– ra.. (a) Y -en efecto, si quando en los matrimo. nios es fiel, 6 virtuoso el uno de los consortess, y el otro relaxado , st1-'!le este con el buen cxem– plo de aquel santiiicarse, (b) ¿ q ié estraño será se encuentre esta similitud donde nunca huvo ague.. lla dcsiguald.td ~ Ea, .d\!xadme , q11e siLl exceder los términos de la vertlc.1d , sin usar del hipérbole, ni va-

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