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JI en Vo!otros una estraña sensacion. Sí; porque veo quamo expresó David su sentimiento en la muerte de su enemigo Saúl : (a) lo mucho que 1lor6 Jere– mías la del impío Sedecías, y sus desgraciados hijos; (b) y sobre todo el llanto, y contristacion de Nuestro Señor }:su-Cristo en quanto 'hombre> por la muerte de su amigo L azaro, a quien tierna– mente amaba : (e) Exernplc.s sobradamente podero– sos para convencernos de la jnsticiaJ que En la oca– sion presente nos asiste para contristarnos, y para hacernos ver, seriamos mui culpables, si nuestra con– ducta ~e les opusiese. Pero aunque esto es asi, y que con dificultad podremos nosotros conocer lo mucho que tenemos porque sentir la falta de nuestros Serenisimos Seño– res Infantes defuntos, ( prescindo por aora de la del Rey nuestro Scíior, que en paz descanse) siu embargo, no es ew lo que yo -pretendo de vosotros, ni son estos los efectos, que debe cau– sarnos su tetrprana , y acelerada prnerte. Porque á la verdad, Señores, ¿ qué sufragio seria para esos nuestros defuntos, 6 que utilidad sacariamos no– sotros, si solo el llorarla, y sentirla fuese el obje– to de nuestro cuidado, y el asnnto de nuestro empe– ño? Ese fuera un hecho enteramente inutil, una ocup:icíon en realicfad pagana, y un culpable dis– pendio del tiempo, conque nos hariamos vitnperables aun a los menos reflex1vos , y sensatos. Es cierto que la duracion ele nuestro duelo , y llanto debe conesponder al mérito del defonto , y que ?t pro– Porcion de este debe aquel disminuirse, 6 dilatarse; B 2 mas ---------- " ~- Rcg. •· 11. b Jerem. in suis Larncnc. ' Joan. ' 11. H•

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