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69 s"icmpie propicio. Por el contrario, abiJsando -della nos quitarán la que tengamos, oraremos en pecado, y provocaremos la divina indigna– cion contra nosot'ros. , Por la fe conseguimos esca g1:acia en qoe nos,hallamos, y gloriamos con la espe ranza de ser contados entre los hi• jos de Dios., Ella nos. eleva a tan alta dignid~d, nos constituye coherederos con Jesu-Chri sto de su Gloria, y nos une en un cuerpo, cuya cabeza es el mi;mo Redentor. Pero esta misma Fe nos prohibe <]Ue con desprecio de los <]Ue no la tienen , nos gloriemos en la gracia par• ticular de,ser trahidos ,, ó de conservarnos en ella, pues· para l'o uno, y lo· otro ha faltado el merito de nuestra parte. Es verdad que somos -l1i jos del excelso, y que Dios quando nos for – maba un pueblo de gente santa para s1 con su divina gr:1cia, excluyo a otros muchos de esta gran felicidad; mai no por eso podemos ni darnos por· seguros en nuestra dichosa suerte, ni menos ensobervecernos contra los que asi fueron excluidos. Por ~?s que comparando– nos con el pueblo Gent1lico , y Judaico no podamos dexar de conocer el casi infinito ex. . ceso con_ qu~ les avent:j~rnos , nunca negaré. mas el nesgo en que v1v1mos de que nuestras culpas nos priven deste bien, ni la verdad de que
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