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hijo. ( 1) Si las espinas del amor desordena,-i6! a las riquezas, o devotisimos oyentes, punzan vuestra conciencia con las ilicitas ganancias en los traeos, o con las injustas usurpaciones en los empleos: si los prados deliciosos de la tor– peza os tienen entre los venenosos pastos de sos inmundos deleites; livertad vuestra pobre alma desta infelicidad presentandola a Dios convertida en Hostia viva, y verdadera sobre las Aras de una perenne gratitud. De no, te• med ser abrasados con el fuego de Sodoma, y perecer con aquel I os negociadores, o comer– ciantes de Babilonia, cuyo inconsolable llan– to, e irreparable ruina refiere San Juan en su Apocalipsi. (~) · Aquellas culpas, que o por su duracion, o por su frecuencia han llegado a hacerse de costumbre. endureciendo con ell..t vuestro co– razon para' ahogar en Ja obstiaacion de la vo- luntad los mas fuer.re ~ auxilios de la gracia; aquellas con que res1-11endo a Dios nos hace– mos cada día mas conturn.1ces ~ reduciendo a \IOa especie de imposibilidad nuestro remedio como el enfermo de la piscina; estas han de er las que destruyamos si queremos no fasti- 1 <liarle
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