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., .. 49 tan a los S:icerdotes: y-o os dirfa en ·prueba desto ·uldmo que he -vis-to mas de una vez a I¡i Serenisima Princesa nuestra Señora arrodilla– da a_-los pies de un Sacerdote no de otra digni– dad que la que le daba este caraérer, para so– Jo pedirle, y recibir del la bendicion: yo pu· blicar-ía: : : ¿ pew que mas puede decirse de lo que acabais de oirme ~ Confu ndanse, y lle• nense de un vergonzosc;> rubor a vista deste singular exemplo lo-s sober-vios politicos, y groseros libertinos., que degenerando de la nobleza de su origen, la manchan con el bor- ron feísimo de )a mas detestable impolitica; porque faltando a sus reglas' y a las d·e Unl buena crianza, ni se quitan el sombrero al pa– sar un Sacerdote, ni aun le corresponden a la urbanidad con que este lo executa. ¿ Serán ran .impios, que culpen en esto a nuestros Sobera• nos? i O tan necios que quieran justificarse en su abominable presuncion, y esrnltisima gro– sería? Tengo por seguro, que s-i el Rei nues– tro Seiíor la viese, o conociese los muchos qtte en ella son cornprehendidos hada ·coo to– dos un escarmiento para hacerles ver su nece~. -O?d. Pero esta la verán mejor qu.indo en su di– vino Tribunal les diga Jesu-Christo: ,, el que , , desprecia al Sacerdote a mi mismo me des• G pre· ,,
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