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-~6 en la ocasion de hávernos el Señor llevado su.: cesivamenre para si los dos preciosos Infantes; en cuya vida tenia111os colocadas nue_sn·as espe– ranzas. iLas lagrimas que en todas est as ocasio– nes derramaban nuestros ojos, no eran un in– di cio man ifiesto de que conociamos nuestra ne_, cesicbd, y de que cemi .mtos con bien fun 8.a.. do motivo sus resultas, como las lloro incod~ sol able Clemencia Burgu nda, he rma na de l Ro– mano Pon tifi ce Cal ixto Segundo , y mu ger de Roberto Segu ndo , Gran Conde de Flandes por la temprana muerte de los tres hijos va ro-. nes, que e\ Ci elo le liavia dado , y \a t t iste este rilidad a que por su necia vol untad se vio despues reducida~ ( 1) i Qua \es podían ser estas, sino las mismas que leemos en las Hi~. torias, de dividirse los Reinos; pasa r se pose– siona los estraños , y multiplicarse los males en el mundo , como sucedió muerto Alexan– <.ho Magn?, (1) y Baltasár hi;o de Nabucodo– nosor, R~1 de Babilonia en quien tovo fin el reino de los Asirios~ (3) i Nosotros mismos no experimentamus ~:gu nos destos desastres a los pl'incipios d~ste siglo, quar,~lo a fuerza de ar- mas
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