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9 espiritu; y hab1:mdo la boca de Jo que abun• fiaba el corazon, apenas se pasaba hora , o dia '1iguno sin ofrecer el triburn de sus labi os en fervorosas abbanzas a su divi no favorecedor. Multiplicaba Psalmos, repetía hymnos, y en• ton ~ba devotisimos Canticos con tanta ternura, con tal frecuencia, que parec ía olvidarse con este de los otros beneficios, o gue hallaba com· pendiados los demás en este solo. Ni con esto se daba su graritud por satisfecha ; pareciale, y con razon, no JlenJba sus espacios si omitiese di spon er el modo con 9ue los demás le acom- pañasen en tan debida recompensa: de aqui et dar voces, convidando a todas fas gentes del '.Mundo, y el llamar la atencion de los justos, o temerosos de Dios , para que entendido por los unos, y los otros lo imitasen en darle la retribuc ion que les compete: de aquí el dcsci– nar consider.1b!es quantiosisimas sumas de di· nero, o mil lares de millones en oro, en plata, y en piedras mui preciosas, ya de los despojos de la guerra , ya de los tributos de los reinos ffudara 1 ios, y ya de los fondos de su Real Erario rara que se fabricase el Templo Sauto, donde el Dios <le los exercitos, y Seifor de las batallas fuese conocido y adorado de todas las Naciones del Universo~ y de aqui por ultimo .B

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