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~l Francisco , á mls Ueg6 la exaltfldon que halló en ella. Dios Santo 1dmis honorificati sunt amici tui ( 16) ! qué no honratteis á éste humiidisimo amigo vuestro ! no ha habido hombre á quien mas . se haya respetado en el mundo : entra en los Pue– blos éste humilde mendigo , repican las c;:u11panas, y el Clero sale á recibirlo con p:llmas en las ma~ nos , con canticos y hymnos , como a {'l que vie– ne en nombre del Señor ; loi Cardenales. solicirao , su trato , los Obispos quieren tenerlo en sus Dio– cesis , el Pontifice quiere que le predique , y con– cede innumerables privilegios a el que los rehusa todos. Pero qué mucho que honren a el amígo de Dios, á el imitador de Jesu-Chrrsto Ios Ministros del Santuario , si Jos Poderosos , los Reyes de la tierra , que digo yo ? los m:is fieros enemigos del Christianismo , en el punto de su mayor furor, lo respetan y honran quando vá á bt1scar en ellos la ignorninb. ¿ Pasaré yo en silencio quando Fran– .cisco en el traje mas despreciable y pobre , se presentó a: el Sold!n cie Egypto Meledin , que enfurecido con la Guerra de las Cruzadas , insolen-. te con la vittoria que acababa de couseguir de los Christianos , miraba con desprecio aun 4 lus ReyEs sus enemigos ? A este va a buscár Fran– eisco en Darnieta , á p~rsuadirle que abarrdone su Religion : & No va á buscar en esto ó el despre- io , ó la muerte ? pero no lo con. igoe ; aquel - Barb ro se const rna a 1 oírlo , del abatimiento y

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