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1ft el p~dece la desnudéz , Tos rigores de la intempe– rie , pero si la penitencia es su delicia , ·ese mi- 5trable estado lo deleita ; él siente los horrores de la naturaleza en la inhumanidad de su Padre, pero invoca á aquel que tstá en los Cielos , y experimenta , dice San Buenaventura ( 1 2) una dul– zura material tan gustos1 y suave , que refriega la lengua por los labios para gustarla ma~. Su pobreza lo reduce á penosas enfermedades , cae en profurrdas mdanconas , por fin hombre de bar.. ro ; entristecido apetece la dulze harmonh de la Musica , dificil medicina á un mendigo que lo hr, dexado todo ; pero no lo há dex;1do á él un Dio~ que le embia sus Angeles, con cuyos cánticos S.! recrea : que delicias ! Y si en otra oca~ion tie– nen que hacerle en la cabeza la cruél operacio~ de abrirle el casco con un hierro hecho asqua , Francisco manda a el fuego que lo lastime poco,, que se dexe sentir en un temple que lo púeda, so– brellevar, y el fuego le obedece. Ricos del mun:– do proporcionaos con vuestros tesoros lo mismo. Por ultimo si yo os he dicho que hubo de vio– lentarse para sugetar a las penalidades de la po– breza unas incLuaciones naturalmente opuestas, si os añado que é~ta violencia sería para la cm.·– ne un principio d~ dolurosisima amargura , yo os debo asegurar que segun d numero y gravedad de · ~-----------.....,........-- -----.----~ (1 l) Cum nomen Domini in Psr4J,1ns ocur~ret, prté .ru"vitfltis dulcedine labia su<1 lingere 11iJrbatur. Cap, JiO,

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