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15 eicmplos · del primer siglo de la Iglesia : á los pies de Francisco se _ponen los c::iudales de mu– chos , y éste miserable mendigo , lexos de cener que pedir, se ocupa en despreci.1r lo que yá mi– ra como superfluo. Impíos t, conoceréis ahora una virtud sobre– natura l que obra aqu1 ? dud ;:i is aún '? Rememora– mini prístinos dir:s ( r J) . Traed á la memoria los días primitivos de ésta Sagra<la Religion , voiad á la Campaña de Asis en el dia de Pentccostes del año de mil docientos diez y nueve , y ve– reis á Francisco a la cabeza de mas de cinco mil Discípulos. Y o no puedo figurarme este día sin parec<:rme que véú otra vez a J esu -Christo en el desierto ' sust,mtando a las Turb~ts COll la C.S• uséz de cinco Panes : si Señ0res yo lo miro en su Si€rvo Francisco; todo es allí pobreza; unoi palos cubienos de unas esteras viejas forman hl,. bitacion á aquellos ·hombres perfeétisimos , elfos se juntari á conferir como observaran literalmente todo el rigor del Evangelio , como serán mas pobres , como no dexarfo de serlo nunca ; en na– da piensa menos Francisco que en provcErlos de cumida ; pero quando él lo abandona todo , me parece que oigo la voz de Dios tnisereor super tm-bas : de un Dios que se dedica á cuid:ulos par· ticularmente. Los Pueblos Asís , Perusa , Fo– lino , Espoleto , y aun otros mas distantes , uo sulo se encargan de proveerles lo necesario , sino los Ricos, los Nobles, lo- Sacerdotes mismos vie- nen á servirlos personalmente. Y (1 l) Ad Hebreos c. 10, v. p,

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