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, 9 que mis Conciudadanos· , mB Parientes , mi pro– prio Padre me mireJJ como un objeto abumina– bk , porque quiero ser pobre. ¡ Ah yugo Santo del Evangelio f}Ue no brumas los debiles hombros de 1~ n.~turaleza ! Ella se llenaría de horror en Francisco : los primeros pasos de su amada po '.)reza son espinas y abrojos ; aquellos n;,iturales horrores de vér emplelldo contra su alma , el proprio de quien había recibido la vida ; él los supera , pero a mi me p.1rece , que en esto solo bebe U!I C~liz de am1rguisima Myrra : si hermanos , el peleé\ contra los mas tiernos sentimientos de humanidad. Pero· no son estas penalid.ides solas ; ni es el hambre , la desnudéz; , la sed , las peregrina– ciones a pie descalzo , los arciores del Sol , la~ nieves , y los yelos , los unicos trabajos que sie sugeta a padecer Francisco por merecér 1a Ra– quél hermosa de la pobrez:i ; se suget:i por ella á unas mortificaciones mayores , violentando su genio , y su caráéter. Porque , no creais Seño- · res que Francisco fué un hombre en quiw las disposiciones naturales abrieron paso a las inspi~ raciones de la gracia , p;1ra qllc entrasen su:ive y dulcemi:!nte en su alm1 los rigores ·de la pobre– za ; tofo á el contrario ; él se crío en los bra– zos d la abund-¾ncia , bajo la direccion de urt Padre avaro , que solo le ens~ña lo medio de se Ríco ; se fµrmo ea la ambiciosa c:irrera d egot..' nte : de nqu 1 saca un cor iz; n d1do a el uxo , a 1 ust0 , .a pr curarse el lucimiento • B bri-

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