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1 I ) • haíl:a alli los Moros con vn Excrcico poderofo, que paífaba de ochenta mil comb:uiences l y .;iun dizen Hill:oriadores, que paífaban de dento y cinquenta mil, con animo d<: acilb.tr de frño– re,ufe , y de poffeer aquellas cortas reliquias, o aquell~s pequeñas cierra~, que les rdbban de nudlra Eípaña. Sabiendo cílo c:1 Prin.cipc Don 'elayo, con los pocos Moncañefes, que lo di- ' gieron, y levantaron por fu Rey, 'j fu Caudillo, q ~1e no paffaóan de mil, fe refugiaron en dla Cueva, ~1 :uu¡;>aro, y ~1 abrigo de dtn Sacrn Be– lona, implor:mdo' con grande fé, y confianza tan podetofo, y divino auxi\io. Llego el Exer~ cito de los Moros, muy vfano, y muy fobervio~ cant:1ndofe la viéroria, a 1a puerta de la Cuev:i: ·omenz:iron a diCpar.a las faec-s, y las piedras de \as hondas ( qu.e eran las armas de aqu-ellos tiempos) y veis aqui el prodigio, y el dtupendo porcrnro: que :i,p1ellas miím.,s faer2s, y piedras que dif p ,arab.in , fe rebolvi.an conua ellos, ha- 2iendo er.1 ellos tan grande eíl:r:1go, y tan gran– de: mortandad, que los Moros fuera de s1, :iro.– londrados, llenos de pabor, y miedo, todo aqud tan grande EJCercico , bol vio lt1ego Lis eíp-a!dJs> dandofe a coda prieífa a L-1 fuga. A!t'ncados con d ca fo, y conocido favor de la Señora de las Ba– taHas, falió luego de: la Cueva el Principe Don Pc\ayo con codos fus I\.1omañefes en feguimien -· to