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30 en vuestras maños con el debido' respóto? , Pues, ite ad Josef: poned los ojos en Josef, y vereis, que con admiracion de los An= geles, y con una emulacion Santa de los Se- rafines, lo tiene en sus manos, y lo sostie- ne en sus felicisimos brazos. ¿ Pero: con que afectuosisima ternura? ¿Y con qué encendi- disimo amor? Ha! Si yo fuera capaz de de- ciros, lo que pasaba en el secreto de su Co- razon purisimo, y de manifestaros los arroyos de consolacion, que inundaban- su bendita alma, quando tenía en sus felicisimas manos al mismo Dios! Os inspiraria un santo deseo de imitarle en sus virtudes , para haceros participante de tanta dicha, quando teneis la felicidad de tenerle en vuestras manos, como él le tuyo en las suyas. Pero basta lo dicho, para que entendais la obligacion, que teneis de nivelar vuestra vida por la de Josef: los Empleos del Sacer- dote, y los, de Josef son univocos: luego de- ben ser univocas las virtudes: por tanto, si - yo Os hize presente en la Primera Parte la 2 ¿ salteza de la Dignidad Sacerdotal; si os dixe, | que por ella os:elevais sobre los mismos An- | | geles; que sols un hombre dedicado 4 Dios e sn Ea PA ES O se É y ! 0 e

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