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¿e Desde entónces pues se persuadieron que la cruz de los trabajos les era del todo necesaria, y que sin ella no podian seguir á. su Redentor, ni entrar en su bienaventuranza: se les quitó el horror al parecer; y conocieron que solo en él se halla la permanente alegria, y se consigue por él la verdadera felicidad. Se aficionaron en tanto grado á cuanto es tribulacion y penalidad en las enfermedades y en todo género de adver- sidad, que parece no aciertan á vivir sin ella. Ya la desean, la piden, y aun la buscan con mayor ansia que un codicioso los tesoros de la tierra: ya la prefieren 4 la misma vida, y no «uieren esta si aquella ha de faltarles: y ya se complacen tanto en ella, que fuera de la tri- bulacion no encuentran en que gloriarse, 6 de qué poder complacerse. El ejemplo de nuestro Señor Jesucristo hace á los unos ofrecerse pron- tos á beber el cáliz amarguísimo de los tormen- tos, y admitir el sangriento bautismo de una mueste cruellsima: obliga á otros á crucificar su carne con rígidas penitencias y Con estraordina- rios rigores; y estimula á todos á que le sigan alegres por el árduo camino de la adversidad, reputándose por muy dichosos con que su Ma- gestad los haga dignos de padecer por su “amor á imitacion y semejanza SUYA. ¡Oh poder admi-
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