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8) mulo de deméritos opuso siempre el Señor el fue- go santo de su amor, al que jamas pudieron es- tinguir las muchas aguas del ódio de los unos, de la envidia de los otros, mi de la maliguidad de todos. Tanto es el gran poder de su misericor- dia. Llegó esta al sumo grado de incomprehen- sible y de inefable, cuando vendido en bajo pre- cio por uno, sentenciado á muerte injustamente por otro, y con horrible execracion pedida esta á gritos por todos, recibió con dulce abrazo, y con ósculo de paz amorosisimo aquella pesada carga de la cruz, que le tenian ellos preparada, Al fué donde prolongaron su iniquidad los peca- dores; donde fabricaron sobre las espaldas de su Redentor el remontado edificio de su obstinación y de su perfidia: y donde multiplicando llagas so- bre llagas, añadieron nuevos dolores con su ma- licia, 4 los que con sus regios golpes ya le ha- bian ocasionado: y allí fué donde por el contra- rio se vió magnificada hasta los cielos la miseri- cordia grande de Jesus. Con ella dió virtud á aquel sagrado madero para que mucho mejor que el árbol de¿la vida, plantado en medio del Parai- so, pudiese tanto á favor de los pecadores, que 4 unos conservase en la vida de la gracia para no perderla con la culpa personal, y á olros, despues de ya perdida se la devolviese con mas

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