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e doles el bien que aun no supieron desear. Si son perseguidos los ampara, si son acusados los de- fiende, y si ve que los murmuran, toma á su cargo el volver por ellos. Cuando están enfermos, los sana: cuando los ve tristes, los consuela: y cuan- do están hambrientos obra milagros para darleg de comer. La conversion de los pecadores es el sustento de su mayor regalo: las lágrimas que der- reman son sus principales delicias, y la salya- cion de sus almas el todo de sus complacenciar. Los trabajos que por ellos padece, le son dulces: los tormentos que sufre le son en estremo ama- bles, y aun la misma muerte á que se ofrece, no le pareció dura por salvarlos. Ves, oh alma, es- la misericordia del clementísimo Jesus con los pe- cadores? pues repara en lo que ellos hacian para merecerla, Luego que nació lo buscaron para qui- tarle la vida: en todo el discurso de ella no de- jaron de perseguirlo: y á sus favores y benefi- cios respondieron siempre con los mayores agra- vios. Sus doctrinas las censuraban de blasfe- mias: sus milagros por obras de Lucifer: y sus virtudes por gravisimos pecados. AÁ su amor, cor- respoudian con el ódio: á su humildad con los desprecios: y á su beniguidad con las piedras y log escarnios. ¡Qué ceguedad! A este tropel de ingratitudes, y á tanto cú-

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