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E a uniendo en una sola persona los estremos de lag dos naturalezas divina, y humana, padeciese ey esta por lo que nosotros en ella habíamos delin. quido, y con el valor que la dignidad de aquella resultaba en sus obras, satisfaciese infioito may de lo que montaba nuestra deuda. Llegóse pugs la plenitud de los tiempos, y descendiendo de las reales sillas de los Cielos el Omnipotente . Verbo de Dios, y unigénito del padre, se vistió la se- mejanza de la carne del pecado para en ella obrar nuestra salud, por medio de una copiosa reden- cion. Para efectuar esta, puso sobre sus espaldas aquella pesada cruz, y en ella todas nuestras inj= quidades, y su merecida pena; la condujo hasta el Calvario, y se ofreció en ella en sacrificio para el remedio del mundo. Con esta sola oblacion perfeccionó todas las diferencias de las antiguas, mereció la felicidad de todos sus escogidos, pro- porcionó á todos los mortales el medio para su salvacion, abrió las cerradas puertas del cielo, aniquiló las fuerzas de nuestros espirituales ene- migos, y aplacó de tal suerte á la ofendida Ma- gestad, que con ella sola consiguió el agradarle infinito mas que le habian complacido cuantas los hombres hasta entonces le ofrecieron. La cruz fué el altar en que se ofreció esta sagrada hostia, fué el ara donde se sacrificó esta víctima, y fué

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