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— 64 — PUNTO PRIMERO. Considera el estado deplorable en que yacía el lie nage humano cuando vino el amabilisimo Jesus á re. dimirle. El pecado que desde su primer padre Adan lo habia desterrado del paraiso, lo traia vago, y en cierto modo fugitivo como á Caiu por toda la tierra. La hambre, la sed,-el cansancio, las enfermedades, los dolores, las pesadumbres, los infortunios, las persecuciones, y todo género de ma- les, con el pavor, miedo y continuo sobresalto de la muerte, eran sus compañeros inseparables. El pan de la tribulacion era su sustento, el agua de la ang:s- tia su refrigerio, y el vestido con que se cubria - un afrentoso san-benito que publicaba la ignominia de su vergonzosa desnudez. El miedo de mayores males con que su mismo Criador le amenazaba, lo traia sobresaltado, porque no hallaba su apetecida se- guridad en parte alguna: no en el Cielo, porque le estaba cerrada su puerta: no enel infierno, porque allí con su omnipotencia le afigia: no en los mas escondidos senos del mar, ni en las ca- vernas mas ocultas de la tierra, porque en todas estas partes reconocia sobre sí la pesada pero justa mano de su Hacedor. Aun entre las obscuras som- nt
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