BCCSEV000XVIII-c--SE-0100p9d0

E a o UN el pecado que un efecto de la soberbia, causa y principio de toda «culpa, con qua se atreve ql hombre contra Dios, desprecia sus leyes, y leyan. ta atrevidamente su pié para conculcarlo, y sy mano para herirlo? ¡Ah! esto hag» cuando pee ¿y tengo valor para pecar? ¿Si el hecho de [y cifer me llena de horro” y me escandaliza, cómo no abomiao mi pecado, que”en cierta manera es cede al suyo? ¿No seré yo peor que él en algun modo, si despues de haberse abrazadado Jesucrislp con la crúz por mi amor, no por el suyo, me arrojo ingrato á cometer una culpa? ¿Y si des- pues de haber pecado todavia no me humillo con la penitencia y el dolor, qué parte espero tener en los méritos de mi Redentor, ó en los frutos de su humildad y de su cruz? Esta y aquella fueron precisas en nuesto Señor Jesucristo par vencer al infierno, y enseñarnos ha vencerlo; sere- mos tan necios que pensemos encontrar otras ar- mas mas á propósito para este efecto? ¡Qué lo- cura! estemos persuadidos que en virtud de esta sagrada señal, y no de otra triunfaremos de nues- tros espirituales enemigos, mucho mejor que de los suyos el grande Constantino en sus batallas, porque á nosotros nos asegura la fé, lo que 44l le hizo Dios presente en la campaña que con es- ta señal venceremos.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz