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— 49 — Lebiatham, hasta postrarlo á sus pies, y obli- garlo á que lo reconociese, lo adorase y lo pu- blicase por Dios, Salvador y Redentor del uni- verso. La humildad de Jesucristo lo ligó para que po pudiese por sí dañar mas á los mortales, y lo desterró á los desiertos del superior Egipto de los eternos calabozos del abismo; y con su cruz lo dejó tan vencido que sola su vista le espan- ta, su virtud lo desarma y su memoria lo ator- menta. ¡Oh poder grande de la cruz de Cristof ¡Ob fuerza ¡omensa de su humildad contra la fuerza poder y: valentía de Lucifer y su sober- bia! Felices aquellos que saben armarse con la cruz, y vestirse dela humildad para pelear con- ira Satanás, y para aprender á vencerlo. REFLEXION. El supremo de los ángeles con la tercera par- te de ellos descendió hasta lo mas profundo del infierno convertido con los demas en feísimo de- monio por su soberbia: y la humildad de nuestro Señor Jesucristo sublimó sobre todos los cielos, y colocó en el mismo trono de la infinita Ma- gestad aquella humanidad saolísima en que fué por nuestro amor tan abatido. ¿Qué otra cosa es
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