BCCSEV000XVIII-c--SE-0100p9d0

mM rio al pié de la cruz aguardando que muries en «ella para ver si podia hallar algo en él le diese arbitrio para apoderarse y hacer pre de su alma sacratisima. !Que arrojo tan temera. rio¡ 'Qué seberbia tan igual; !0b arrogancia pro. pia solo de un demonio; A todo este inmenso caudal de soberbia en Satanas opuso nuestro Señor Jesucristo para ven. eerlo el peso infinito de su estupenda humildad, Con esta se abatió, ¡no solo hasta anonadarse ey la forma .de siervo que vistió con nuestra hu= mana naturaleza, sino hasta ocultar la grandeza y los resplandores de su divino ser en la rea. lidad de una carne mortal y pasible, y aun has ta el esceso de envilecerse con la semejanza de pecador, tomando sobre sí la pena, y el reme- dio del pecado, cuando se abrazó econ la cruz, Con ella se: presentó como delincuente entre los malhechores á vista de todo el mundo, se hizo el blanco de la comun indignacion; y se cargó de la maldicion que al pecador y á su colpa le eorrespondia. La flaqueza de su lastimado cuer- po, con la debilidad y pasibilidad de sus miem» bros que manifestó llevando aquel pesado ma- dero, son indicios de sa portentosa humildad, y fueron armas con que supuró todo el poder, ar- rogancia y fortaleza: del pricipe de los soberbios

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz