BCCSEV000XVIII-c--SE-0100p9d0

a GN de la envidia contra el mansísimo Cordero Jesus, 9 que le atormentasen y le afligiesen sin pie- dad; y llegó á cegarle tanto su malicia, que se arrojó hasta intentar hacerlo por sí mismo, co- mo lo habia hecho antes con el pacientisimo' Job. En efecto, él asistió en el huerto con los que fue roo á prenderle, se introdujo entre sayones que des- pedazaron «sus deificadas carnes con los azoles, y estuvo en el corazon y «en las manos de los verdu= gos que le: coronaron de espinas, le pusieron la pesada Cruz, y le crucificaron en ella. Fué el tiempo en que padeció nuestro amabilisimo Salvador la bora en que se dió permiso á los pecadores y los principes de «las tinieblas - para que: arroja- sen sobre él todo el impetu de su ira, y toda la fuerza: de su indignacion, con el fin de que vié= semos los hombres la gravedad del pecado, lo costoso de su remedio, y lo feo de nuestra abo- minable ingratited. 1Ab; ?quién así habia de pen- sarloz Pero no, alma, note admires de lo que estás oyendo; admíirate sí, y liénate de asombro al saber que la temeridad de Lucifer subió has- a el grado inaudito de pretender por aquel me- dio que cayese Jesucristo en algun pecado, Co- mo lo habia antes solicitado por otro rumbo en el desierto, y que segun dicen los padres S. Ata- msio y S. Gregorio Magno, estuvo en el calva-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz