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— Sd ereian manchados. y sin honra si llegase á ellos la cruz 6 los vestidos del que siendo esplendor de la gloria del Eterno Padre, y figura propri- sima de su divina sustancia, era conducido por ellos al mas infame suplicio. Entre esta tan con- fusa como alterada variedad se percibia la voz del pregonero, que repetía de cuando en cuando la sentencia y los falsos delitos del inocente reo, que en ella se relataban. Pero «sobresalian á todo esto los clarisimos silenciosos ecos de la in- vencible paciencia del pacientisimo ajusticiado, que 4 la verdad. era llevado á morir con la man- sedumbre que la ovejuela al matadero, y como está el maniatado cordero entre las manos del que lo esquila; pues no solo no apartó su cara de los que le improperaban, y en ella le escu- piao, ni desplegó sus lábios para quejarse como si fuese un mudo, sino que ofreció gustoso su rostro 4 los que querian herírselo, y sus meji= llas 4 los mismos que se las abofeteaban. ¡(ph ejemplo de paciencia el mas digno y admirable! Asi concualcado en la muerte nuestro Señor Jesucristo, á la manera que lo es el grano<de trigo sembrado en la tierra para resucitar despues aumentado en muchos granos y espigas resucitó á nueva é inmortal vida, para ser con su resur- reccion prenda, causa y ejemplar infalible de la
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