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> o cadores, ni cómo sin dejar la ocasion podremos; no pecar? ¡Ay de nosotros si al golpe de tant luz no despertamos! FRUTO. La fé que confesamos nos enseña que el fin de llevar el Señor la pesada cruz de nuestras culpas fué para que muertos á ella, vivamos solo para la justicia, mediante una vida inculpabley del todo santa. Su Magestad nos manda, que án- te todas cosas busquemos el reino de Dios y sy justicia, como medio el mas necesario para el lo- gro de sus divinas promesas. Todo el fruto, pues, que debemus sacar de la consideracion de estas verdades no es otro que el destrair en nosotros mismos el pecado, para que espiado del alma tanto mal, establezcamos en ella la ley de la justicia en la santidad de nuestras obras. Así lo conozco, y así con el favor de la divina gracia me re- suelvo á practicarlo. AFECTOS: _— Cómo podré ¡oh adorable Jesus mio! no abór- recer aj pecado, ó cómo tendré valor para co-
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