BCCSEV000XVIII-c--SE-0100p9d0
e er de Jesucristo, llevando sobre sí el peso de la Cruz, que para su confusion le puso el mun= do, y como vara de infinita virtud le dió su fierno Padre para qué destruyese á sus contra- rios, y dominase como legitimo Señor sobre todos sus enemigos. REFLEXION. Dios me tiene asegurado que el perfecto obe- diente alcanzará en el combate la victoria: mi Señor Jesucristo para darme ejemplo de que hasta la muerte habia de serlo, y que por este medio venceria al mundo, se abraza gustoso con el ins- trumento de su mayor igoomivia, para hacer la voluntad de su Padre, y enseñarme cuales son las armas que debo manejar si quiero conseguir victoria de tan poderoso adversario. Cómo, pues, podré vencerlo yo, sino obedezco á mi Redentor en negarme á mí mismo, en tomar la Cruz que me señale, llevar el suave yugo, y la carga li- gera de su santísima ley, y seguirle por la imi- tacion de esta importantísima virtud de la: obe- diencia? No, nó me es posible de otra suerte. Yo me cansaró en valde si pretendo despreciar al mundo, no hacerme esclavo de sus respetos hu-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz