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=H- aun en la ocasion misma en que mas le ator- mentaban. Ya en erédito de ella habia padecido mortales agonías en el huerto, sufrido le despe- dazasen sus Carnes Con cruelísimos azotes, y to- lerado la horrible confasion de una corona de espinas, y de una sentencia injusta; y ahora por último para sellarla con la muerte, inclina sus es- paldas, y pone sobre ellas aquel instrumento de a humana redencion, elegido por la eterna sa- biduria para que lo fuese de la mayor exallacion de su gran poder, y de su santo nombre. En efecto, en premio de esta rendidisima obe- diencia, no solo le adoran, sirven y obedecen los ángeles de Dios, se sujetan á su imperio las bestias de los campos, las aves de los vientos, y los peces de los mares, con las demas criaturas sensi- bles é jnsensibles, sino que al oir su santo nombre de Jesus, el cielo, la tierra y el infierno se con- mueven para venerarlo, y para protestar su gran poder con las demostraciones mas espresiyas ya del amor en los unos, ya del respeto y del ter- ror en los demas. El muodo, que por el tes- timonio que el Señor daba de la maligoidad de sus obras le aborrecia y despreciaba, ya se le rinde y obedece; ya lo confiesa por verdadero hijo de Dios, y ya se va todo en seguimiento suyo, atraido del suave olor de sus virtudes, y
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