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— 400 — dió muerte al pecado, vida de gracia á los hom- bres, y sumo honor á su Padre; y ved el modo con que logró aplacarle mejor que , Phinees en ej hecho de quitar la vida á ciertos pecadores, y fué mas útil al linage humano, que el celoso Matathias al antiguo pueblo del Señor. ¡Qué poder tan sin- gular! PUNTO SEGUNDO. Considera este celo perfectísimo de nuestro Se- ñor Jesucristo, en abrazarse con aquel santo ma- dero para restituir á su Eterno Padre la honra que con. la culpa le habiamos usurpado,: y para merecernos la misericordia que teniamos desme- recida. El era un fuego que abrasaba y comia sus entrañas, y que le obligó á grabarse con el im- properio de la Cruz, y en ella con los oprobios de los que á su Padre improperaban y ofendian. Él le hizo aparecer el último y mas despreciado de los hombres, un yaron de dolores, cargado de nues- tras enfermedades, herido de la manó de Dios, y humillado hasta el estremo de quedar tan des- figurado, que no parecia el que antes era, ni en lo esterior de su figura pudiéramos conocer que él era el mas hermoso y agraciado entre los hi- jos de los hombres. Y él le hizo humillarse in-

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