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DER gracias, favores y beneficios con que él lo ha fa- vorecido; y es un formal desprecio de su gran- deza, soberania y magestad; porque inicuamente lo pospone á una cosa criada, cuando solo el pensa- miento de igualarlo con ella es una sacrilega y atro- císima injuria. El pecado es en su malicia una ani- quilacion de Dios, porque este, si fuese capaz dé ser aniquilado, lo quedaria sin duda por la culpa: es levantar el hombre atrevidamente sa pie para conculcar ásu mismo criador; y es armarse un vil gusano de la tierra para hacer guerra y perse- guir á aquel mismo de quien ha recibido el ser, la vida y su conservacion.. El pecado, en una palabra, es el mayor mal que puede escogitarse contra la infinita Magestad, si alguno fuese capaz de damnificarle. Se pasman los cielos, se asom- bra: la tierra, y toda la naturaleza se horroriza de ver, que se atreva el que es polvo, ceniza y cieno inmnudo contra aquel supremo Ser, en cuya comparacion todas las cosas criadas son como si no fuesen, y en la realidad son repu- tadas como nada en su presencia. ¿Quién podrá comprender la enormidad de este agravio? ¿Quién sabrá ponderar el alto grado á que sube esla injusticia? ¿Ni quién conocerá bastantemente el todo de este atentado? ¡Ab, que no tiene seme- jaute! Ni la burla que hizo el pas Can de

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