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87 autorizado á responder, manifestando la verdad desnuda. Con mucha pena de su alma procede el O- bispo auxiliar á hablar de su conducta pública, pues hubiera querido ocultarla para que no re- dundase en su alabanza propia. Forzándole á romper su silencio la insolencia con que le ata: ca el hermano mercenario, vuelve á decir que jamas ha sido pretendiente; que jamas antes en la congregación capuchina habia solicitado em- pleo alguno; jamas luego siendo Obispo procu- ró ascensos: ó. traslaciones á otras diócesis. No se hallará: en las Secretarías del gobierno es- pañol la menor solicitud del Auxiliar de Zara- goza para dignidad alguna. Las grandes y ex- traordinarias con que le honraron durante el gobierno de José, del obispado de Huesca, del arzobispado de Sevilla, de la encomienda y gran-banda de la órden Real de España, €eo.*, no solo no las pretendió, mas ni en aun en sue- 105, pasaron por su imaginacion. Ellas le vinie- ron á buscar, él no fué á solicitarlas. Acaso se pensaria, entónces que convenia. premiar y dis- tinguir 4 quien siguiendo la doctrina de S. Agustin habia permanecido cinco años entre las tribulaciones comunes de rebaños y pastores, sin abandonar las almas que se le tenian enco- mendadas : necesidad tanto mas urgente en A- ragon, cuanto que las Sillas de Barbastro, Lé-
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