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83 blemente ni al hermano Manuel ni á mí. ¡ Los informes, los informes! Sabe V. cuanto he re- pugnado los que me daba del hermano Marti- nez : pues óigale hablar de los que habian dado ya otros contra él mismo (fol.? 144); « Afee- < cc cc «Cc cc cc ce « «c ce «l ce te ce ce «C « u« cc tacion y orgullo se dirá que es toda esta lar- ga y apologética tirada. Seríalo cuando. el escritor no tuviera muy poderosos motivos para no dejar. .que se mancille impúnemente su opinion, cuyo sacrificio no puede hacer una vez: investido del carácter de hombre público. Sabe muy bien que no hay razona- mientos capaces de desarmar á la calumnia, á la malevolencia, 6 4 la envidia, con estas aunadamente conjurada, para infamar y per- der á un hombre que desde el momento en que tenga la dicha de merecer la confianza y las mas. henrosas gracias del gobierno, vea alarmadas contra si las pasiones, ó quizas por falsos relatos,el zelo de personas de crédito, y dignas por qtra parte de sus respetos, Son perdonables los extravíos.ó6 rebatos de un acalorado y mal prevenido zelo, la ligereza en creer y adoptar sin examen informes sinies- tros y muy parciales en contradiccion de he- chos notorios, de jurídicos y muy venerables informes, y de uña conducta notoriamente distinguida en los aciagos: tiempos, » Ya vé Y. como confiesa aqui que quien está revestido
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