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85 de los hombres, y hecho al mismo tiempo el obgeto de la amistad y complacencias de Dios, que le prepara una corona de inmortal dura- cion por premio de su virtud. Si siguiera este egemplo seria feliz, caminaria contento desde el tiempo á la eternidad, y acabaria mi pere- grinacion repitiendo siempre aquellas preciosas palabras que tantas veces he recomendado á mis hermanos : Deum timele, Regem honorificate, fraternitatem diligite, Temed á Dios, honrad al Rey, mantened entre vosotros un espiritu de fraternidad. Sin la observancia de estos pre- ceptos, en vano buscariamos la retribucion eter- na. — Predique V., hermano Obispo, y ¡predi- que en desierto, como decia el Frayle merce- nario, Gran desórden ha dejado la rewolucion en las costumbres. La palabra no se guarda, mi se cumplen las promesas, ni se cede á las au- toridades, ni se atiende á las razonés, y. se ter- giversan los hechos y se tachan las virtudes. Bien claro está en la respuesta de la carta de V. Nada escribia Y. contra la: Nacion , contra el Rey y su' gobierno , mada contra la. razon y la fe, mada que no fuera cierto, moderado y sólidamente cristiano; mas ¿ qué contextacion ha recibido? ¿Cómo se trata en ella 4/un Obis- po respetable por su dignidad y egemplar con- ducta ? ¿Permátiérase en Turquía, en la Lodia y en la China. improperar: «om tanta desver-

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