BCCSEV000XIX-c--se-0071000000

79 lo que han de decir al pueblo. ¡Ojalá en todas las ciudades y pueblos cortos se hubiera guar- dado la misma providencia contra los predica- dores alarmistas y perjuros! ¡Cuantas desgracias, cuantos males, cuantas muertes atroces se-hu- bieran evitado! — Gran verdad, Señor Obispo, gran verdad, pero por desgracia desconocida de muchos ; y mayor desgracia todavía que se ter- giversase, ó abiertamente contradigese, despues de haberla reconocido. Suplico á V. tolere otra pregunta que será la última. ¿Qué quiere decir el hermano Manuel cuando habla irónicamente de Ja Real Acade- mia de S. Luis de Zaragoza, á que V. asistió como Vice-presidente, donde pronunció un dis- curso y ofreció premios de dos onzas de oro? ¿ Es verdad? Yo nada he leido en la carta de V,..— El hermano: Manuel dice en eso la yep- dad, aunque procura envenenarla. No todo lo que hizo el Obispo auxiliar, ayudado de la gra- cia de Dios, está escrito en,su carta : se omi- tieronmuchas cosas, y esta es una de ellas, Se- pa V. lo que pasó par la muy sucinta relacion siguiente. Restablecido el culto exterior de nues- tra santa Religion, abiertas las parroquias, fre- cuentados por los Canónigos los dos santos tem- plos principales, reparadas algunas Iglesias, for- mado: de nuevo el Seminario conciliar, conti- nuando en la ciudad la predicacion del Eyan-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz