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e ca ES ia - / alcance de cualquiera, acredita que nuestros compatriotas se han avergonzado de que la yie- ramos por acá. Pienso sea este el único egem- plar que ha llegado 4 Francia, y cuando vuel. ya el» Español que se le entregó á V., le diz rémos claramente que se le lleyó el diablo, como hacienda suya. Permita V. ahora , hermano Obispo, que le manifieste un escrupulillo que me incomoda, ¿Porqué no fué V. á Zaragoza durante el pri- mer sitio, ó en el intermedio hasta el segun- do, ó6 á lo menos en este último ? — Por Obez decer la órden terminante de mi principal, que me habia mandado estar fuera de Zaragoza has- ta nueva disposicion,-y-que me ocupara: pot los lugares montañosos, pobres y mas distantes, en predicar, confirmar y ordenar,'como lo es- taba egecutando un año habia. — Quedo en- terado, Señor Obispo; ¿pero estaba V. por a- quel tiempo caido de la gracia del Señor Arzo- bispo? — Nunca estuve mas bien hallado en su corazon : me escribia de Toledo con frecuen- cia, y decia que mis, ca eran su único con- suelo. ¡Ojalá ls de ellas, y del plan que le habia trazado para hacer mucho bien en la diócesis! Tal vez miraria la España aquellas cartas como modelos de la caridad y firmeza sacerdotal.— Estoy satisfecho :;¿ pero lo estaria igualmente el hermano Martinez 7 Pienso
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