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qa e largas como trompa de elefante, que con cada resoplido esparce. por todas partes los pedazos enteros del folleto, como si fueran plumas de perdiz? Mire, mirV. ese diablazo que con una boca mas grande que el campo de Valladolid, se ha tragado todos los restos de la obra del hermano Martinez, y que habiendo*obrado .en su barriga, á la manera de una purga drásti- ca, ya ahora á escurrirse de la cuadrilla y á esconderse en la Ygriega del infierno. Quité- monos de aqui, puf, que apesta. El diablo a- - quel ha dejado un hedor que no pueden su- frirle las narices. Agur, agur hasta la tarde. — Hombre, deténgase V. — No, no €s, posible: otra vez hablarémos. CONVERSACION TERCERA. Buenas tardes, Señor Obispo, dijo el Espa- ñol, volviendo á la visita acostumbrada. — Tén- galas V. muy felices, respondió el Obispo. ¿Es posible, amigo mio, que se le ofreciera á V, una ocurrencia tan estrafalaria esta mañana?— ¿Estrafalaria? Nada menos que eso : fué la mas justa, la mas oportuna y digna de un escrito apestado de insolentes truhanerías y falsedades escandalosas. ¿Qué otra censura merece la osa- día de un frayle, que á un sermon lleno de verdades que hacen estremecer, predicado por un Obispo respetable en el glorioso dia de la
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