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63 za, asistiendo á mi cátedra, al confesonario , « y al púlpito pocas veces...» pero muchas, le faltó añadir, á los paseos públicos, acompañan- do Señoras, y desmintiendo la citada obscuri- dad y pobreza con un trage profano. como el mas aseglarado petimetre... Para esto de reti- cencias y contradicciones es habilísimo el her= manito. Asistiendo pocas veces al púlpito ( pro- sigue ) « pues en el púlpito no podia conte- « nerme...» Claro está : pues en el púlpito no podia menos de abusar del sagrado ministerio; no podia dejar de adulterar la palabra de Dios; no podia hablar con sinceridad y como corres- ponde á un predicador evangélico; no podia pronunciar una cosa con la. boca y sentir lo mismo con el corazon... Hablaba de la irrup- cion de los Sarrazenos, y señalaba con el de- do á nuestros caros aliados, nombraba los Es- cipiones, Cesares y Octavios., y Queria se en- tendiesen mis palabras de los Napoleones; ha- biendo jurado obediencia y fidelidad á uno de estos, y prometido en presencia del adorable sacramento de la Eucaristía exortar á otros 4 la misma obediencia y fidelidad, no podia sin em! bargo contenerme en el púlpito; y aunque fue- ra por rodeos, por alusiones, por metáforas, yo habia de faltar 4 lo prometido delante de Dios y de los hombres. ... En prueba de ello y de mi torpe impudencia , miéntras no « pue-
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