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43 puesta del hermano Manuel. Aun si yvaliera mi- opinion, diria que hiciera V. lo mismo con las nueve hojas del núm.” ro.* que siguen. No encuentro en ellas mas que paja y mas paja. Un torbellino de palabras y nada del asunto: nada se responde al contenido del mismo núm.? de la carta de V. Dale otra vez con los Estalas , Hermosillas, Godinez y Narganes : dale con las leyes alfonsinas de las Siete partidas, y con la gafedad , el tuerto , la maletia, el ome y otras cien cosas de aquel venerable código, que para el asunto particular de V. vienen tan al caso como las castañuelas en un entierro. Si el Obispo ha dicho ya que no se ha apropiado la mies agena, que trata de hacer su apología particular, de demostrar con obras y palabras la rectitud de su vida pública y la errónea a- plicacion de los dictados abominmables con que se le infama y confunde, «¿ porqué no se ciñe el hermano Manuel y todo informante á negar los hechos y rebatir las razones ? Si ni uno ni otro se puede, ¿ porque no se reconoce de bué- na fe su justa reclamacion contra tamaños dic- terios ? ¿ Pide, ni ha pedido el Auxiliar otra cosa , para conservar su buen nombre y dejar á la posteridad su reputacion sin mancha, asi como se lo manda el Señor ? ¿ Ha negado, ni podrá negar el hermano Manuel ni otro algu- no , el estado tristísimo en que se hallaba Za-
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