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o 36 Clérigos de todas clases ¡ Cuantas veces se em- plea el hombre virtivoso en obrar el bien, que no recibe por recompensa sino la ingratitud! ¡Desdichado aquel que no cuénta en este mun- do algunos ingratos ! ¡Infeliz el Obispo auxi- liar si por agradar á los hombres solamente hu- biera hecho tantos bienes en Aragon! Si obró bien, poco le importan las interpretaciones si- niestrás de algun: malvado. El premio se le re- serva todo entero de la parte de Dios que le dispensó su gracia. Es verdad que el Obispo asistió. algunas veces á la mesa del General en gefe con los Oficiales superiores del egército y todas las demas autoridades de la ciudad, como.el dia de S. Luis que celebraba su cum- pleaños el Mariscal Suchet, ó el dia de S. Na- poleon ; pero aquellos convites, aunque .ale- gres y abundantes, se hacian con magestad y decoro , y no eran orgías crapulosas , como á los que coñcurria el hermano Manuel, aun- que con. amargura amargnísima de su alma , dando crédito á sus palabras. Es cierto tambien que el Auxiliar ha mirado desde el balcon los árboles de pólvora que solian encenderse en la calle; mas esto es todo cuanto puede decir- se de $us concurrencias á la casa del General en gefe, en lá cual nunca hicieron ridícula comparsa las barbas de Capuchino con los galo- nes de los Oficiales, porque cada uno vestia

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