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34 mas francesas llegaban las mas veces tan inopi- nadamente, que no las sabiamos hasta el mo- mento en que disponian que se cantase el Te Deum. Muy pocas hubo en que al Auxiliar se le diese tiempo desde la noche antes para pre- parar aquellas homilías ó exortaciones á la vir- tud que predicaba con este motivo; y en al- guna no tuyo mas espacio que el cortísimo que se empleaba en llegar desde la puerta de la Iglesia hasta sentarse en su silla. Si el herma- no Manuel digera la verdad cuando afirma que « el Obispo no deliraba sino de caso pensado, « y no cuando predicaba de repente, como el « sermon de Reyes », nunca hubiera este déli- rado; porque todos sus sermones eran de im- proviso : Ex ore tuo te judico , serve nequam. , No es verdad lo que dice el informante (sea quien quiera ) sobre que el Auxiliar se mostró tan ufano desde la dispersion de los Españoles en Maria, « que ya no hubo obsequio, besa- « manos , enhorabuena ni funcion en que no « fuese S. I. el mas diligente, puntual y Oficio- « so.» El Obispo entonaba el Te Deum , y pre- dicaba vestido de pontifical : acabada la fun- cion se despojabayde los ornamentos sagrados, y entretanto iban todos desde la Iglesia á cum- plimentar al General, acto que duraba un mo- mento ; de manera que cuando llegaba el Obis- po, ya se habia acabado, si no estaban de

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