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31 mundo admiró su ligereza, viéndole despues escaparse á su tierra, renegando de los consti- tucionales y aspirando á ganar la palma entre los escritores zotes y exaltados, al momento que se declaró triunfante el partido servil. He aqui nuestro famoso antagonista : he aqui el hombre á quien V. quiere responder sin salir de los límites de su mansedumbre inimitable, cuando él salta todas las barreras de la buena crianza, de la virtud y de la Religion, para ul- trajar á toda clase de personas respetables; y ha juntado, como V. verá luego, testigos é in- formes falsos para tiznar su estimacion. — Con- cluya V., amigo, y dégelo por amor de Dios, que ya no puedo aguantar ni oir mas. Termi- nemos hoy la conversacion, y mañana volye- rémos á tratar de la materia, guardando la posible moderacion y sin afogonarnos. ¿Quiere V. hacer colacion conmigo? — Gracias herma- no Obispo; ya estará en mi cuarto preparada mi cena frugal. Siga V., como buen Capuchi- no , ayunando los viernes del año : mañana á las diez volveré. — A Dios, amigo. — A Dios, Señor Obispo. SrGuNDA CONVERSACION. Buenos dias, hermano Obispo. ¿Ha dormi- do V. en esta noche pasada ? — Tranquilamen-
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