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28 do, de un Religioso, de un amante de la ver. dad? — Señor Obispo, Señor Obispo , dice V, muy" bien, si tratara con una persona virtuo- sa; pero se las ha con un mueble que sabe de- finir las virtudes sin practicarlas. ¿Cree V. que sienta lo que escribe, ó que escriba movido de una sana intencion, aunque inspirado de un fal. so zelo? No, Señor : mañana escribirá lo con= trario, si sopla por otro punto el áura popular, y es necesario cambiar de rumbo para llegar al puerto de la Fortuna. Ya le he dicho 4 V. que conozco mucho al hermano Manuel, y me cons- ta que ninguna opinion profesa ni política ni religiosa; ó si V. quiere, las profesará todas con el mismo acaloramiento. Yo sé que antes de la. revolucion le llamaban el Diderot de los Mer- cenarios : le he visto despues vestido de peti- metre, durante la época en que se hallaba co- mo todos los regulares fuera de su convento , cortejar damas y no damas, como el seglar mas disipado : le he oido decir mas de una vez que todavía pensaba casarse con la Marquesa de***; anduyo por el primer tiempo de los trastor= nos de España hecho como ahora un energú- meno contra los Franceses y afrancesados; pe- ro luego se le mató la rabia, apuntándole con catorce mil reales anuales, que estuvo cobran- do por ser uno de los tres redactores de la ga- zeta de Valladolid. Tanto, tanto fué cediendo

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