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23 guna autoridad de Voltaire, ya puede que la supiera ; pero las autoridades y preceptos de S. Pablo no le edifican. ¡ Pobre Frayle ! Vamos al caso, comenzando por bieldar la era, que aqui hay paja para llenar muchos pajares. El Obispo escribia su carta al hermano Manuel, para defenderse á sí mismo, no como órgano ni tecla de los demas , segun se lo tiene dicho. Ha demostrado que no fué ni es ladron, ban- dolero, reo de saqueos é incendios : el herma- no Manuel confiesa que es verdad, con que se acabó el cuento , quedando el Obispo rayado de la lista universal de los criminales en esta par- te. Todo lo demas contenido en las cuatro ho- jas de respuesta á este núm.*, es paja y mas pa- ja sin nada de grano, porque nada es de mues- tro asunto. Si otros han sido ladrones, ellos res- ponderán á Dios y á los hombres cuando fue- ren juzgados. No se sabe quien le haya dado al Frayle la: garnacha de juez; pero el Obispo sa- be de cierto que no lo es, ni su fiscal, ni su acusador. ni su testigo , sino precisa y única- mente abogado de sí mismo. Si'el hermano Ma- nuel, encaramado al tribunal de la Justicia, pronuncia la sentencia á favor del Obispo , ¿ quiere que este le redarguya luego como acu- sador calumnioso , en vista de su primer libe- lo universal y temerario? ¿Quiere que el Obis- po manifieste al mundo, cómo reyestido de su
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