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A A 22 ticia, para que sea juzgada sin misericordia , y se yea que no hay en ella una sola expre- sion qué insulte al Rey, á la Nacion, á los léales Españoles, á la Europa entera, niá la misma Iglesia de Jesu-Cristo. ¿Seria insultar al Rey , inculcar en la, carta, 6 haber repetido centenares de veces en seis años continuos , que se le debe amor á su persona, obedien- cia á sus leyes, y respeto á su augusta digni- dad ? ¿Seria insultar á la Nacion, á los leales Españoles y á la Europa, haber predicado á todas las gentes el desempeño de sus respecti- vos ministerios ? El Soldado á pelear , el Labra- dor á su campo, el Menestral á su taller, el Magistrado á su tribunal, el Religioso á su con- vento y el Sacerdote á. su iglesia, para dismi- nuir de este modo las calamidades de. la guer- ra y acelerar los beneficios de la paz. ¿ Seria insultar 4 la Iglesia de Jesu-Cristo, llenar el escrito de doctrina sana, tomada á la letra de los santos Libros, creida, confesada y predica- da por los Padres de la misma santa Iglesia, y no ofreciendo como el hermano Manuel en su respuesta textos y doctrinas de Voltaire, Rous- seau, Despréaux y otros autores profanos de la misma laya? El Obispo auxiliar lee con fre- cuencia la santa Escritura, contenida en el an- tiguo y nuevo Testamento , como lo demuestra , su carta que abunda de divinos testimonios; y

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