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21 do mas profesion ni mas carácter que el de una criminal volubilidad... — Nada entiende el Auxiliar de filósofos mercenarios ni de Pro- teos, ni aun sabe á que vengan al caso en el presente diálogo esos personages verdaderos ó fabulosos. — Yo sí lo sé; y si él nos oyera, es- toy cierto que me entenderia , asi como V. lo entenderá despues : mas para que ahora no se espante , pensando que he hablado injustamen- te, escuche lo que en la misma página dice de V. propio: « No se podrá dejar impúne al « que todavía persiste insultando al Rey, á la « Nacion, á los leales Españoles, á la Europa « entera, y...¿osaré yo proferirlo? á la mis- «“ma Iglesia de Jesu-Cristo. » ¿ Qué tal, her- mano Obispo? ¿ Aguardaba V. este pedrisco, este furibundo nubarron, preñado de rayos y centellas , dentro de la misma página 51 de sus alabanzas ? — No lo entiende el Obispo, vuel- vo á decir”, porque si esto se refiere á la vida anterior edificante, durante la cual siempre ha- bló muy bien, es una evidente contradiccion ; y si á la vida actual y 4 su carta, esun nuevo crímen horroroso, una nueva atroz calumnia, como lo juzgará el mas porro ú el mas ladino, leyendo la carta impresa por disposición del mismo hermano Manuel. El Auxiliar la somete espontáneamente 4-la censura del tribunal de España mas severo, con tál que administre jus-

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