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16 « tol celebérrimo del vandalismo napoleónico, « humilde vasallo de José , y obediente y ami- 0 «go usque ad aras; y que en vez de abjurar « sus delirios, los repite , los inculca , y en ellos « se complace y saborea. » — Bravo! Tome- mos el bieldo y separemos el grano de la paja. « Apóstol celebérrimo del vandalismo mapoleó- « mico...» dice; y el Auxiliar responde, que sugeto ya á la fuerza de las armas francesas, desde la toma de Alcañiz y capitulacion de Za- ragoza, hablaba de los triunfos de Napoleon, de sus victorias ilustres, de sus marchas asom- brosas y de sus empresas militares que atónita miraba la Europa : hablaba de lo que todos ha- blaban, y elogiaba lo que elogiaban todos; pe- ro sin intrusarse á juzgar las causas, que no po- dia enmendar, ni la justicia Ó injusticia de sus operaciones : hablaba de hechos evidentes, pero mirándolos con el telescopio de la Religion , y sacaba consecuencias útiles al bien espiritual y temporal de sus prógimos. Examinense las exor- DE taciones á la virtud que hacia á sus Aragoneses Ñ en todo aquel tiempo, con el fin de disminuir los males de la guerra y promover los bienes de la paz, como deberia haberlo hecho todo 3 buen patriota y especialmente los Sacerdotes : 7 examinense con imparcialidad y buena fe , vuel- vo á decir, no con la maligna interpretacion del hermano Martinez, y resultará que en vez ue y 48
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