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264 do mio, es menester que V. entienda que los Reyes son dignos de todo respeto, sea que hayan caido , sea caando éstan de pie ; sean buenos y modestos , ó6 seari discolos ; 4 Dios se ha de dar honor y gloria, y á los Reyes el amor á su persona , la obediencia á sus leyes, y el respeto 4 su augusta dignidad. Esta es la doctrina evangélica y apostólica que observo ; se extravía lastimosamente quien no la sigue. Por está causa puede V. haber advertido que en esta mi carta no se: hace mencion de de- cretos de Reyes, circulares de Ministros, pro- clamas de Generales, viages 4 Bayona, renun- cias de Coronas , Hi otros asuntos políticos. Na- da de esto ha sido, ni es de mi inspeccion. Soy Sacerdote de Dios, soy Obispo: he presta- do 4 mis Sobetanos obediencia, les he sido fiel, he observado sus leyes , y amado su persona como á int mismo. Los hombres ilustres refu- giados én Franeia, que han manejado los gran- des asuntos de la Monarquía española; saben lo que deben hacer, y ewvindo conviene hablar « observar silencio. Y. y yo somos muy peque- ños para hacer figura entre los: Richelieus, los Sullis y los Colberts de Francia; los Cisneros, los Gomez y los Enserñadas de España. Apli- quémonos únicamente 4 das, funciones de mues- tro ministerio sacerdotal , si pretendemos sal- vatrios: Oygatos 4 Jesu-Gristo que nos dice:

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