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A 260 despues en las parroquias, segun las reglas ca- nónicas, fuesen forma de perfeccion á sus fe- ligreses con la palabra y el egemplo. Era tan- to mas sensible esta falta, cuanto no podíamos remediarla con la asistencia á la Universidad, por haberse tambien arruinado su edificio, y perdido su grande biblioteca. Pero como la mano de Dios no está abreviada , y era mucha falta para una diócesi tan dilatada, se me con- cedió un bello edificio para que en él se esta- bleciese con los maestros y libros correspon- dientes. El hospital general uwrbis et orbis, en que se recibian los niños expósitos, los de- mentes , y toda clase de enfermos nacionales y extrangeros, habia sido enteramente reduci- do á cenizas, librando los dolientes mis ama- dos Zaragozanos con heróica caridad en sus brazos y en sus hombros. Esta necesidad era urgentisima ; exigia un pronto y grande reme- dio. El Dios de las misericordias le proporcio- nó concediéndonos el hospital de convalecen- cia, que mejorado sobremanera en todos los ramos, sirve hoy como servia el antiguo. Cuán- to fue menester para esto, euánto trabajó la ciudad , cuánto la junta, del mismo. hospital , de que yo era Presidente, asi como de la ea- sa de Misericordia ; las limosnas de las rentas del Señor Arzobispo que se distribuyeron; las constituciones de las hermanas de la Caridad
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