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242 tocándolo fisicamente, ni recibiendo dinero por las misas, predicación , comisiones y visitas de conventos, Los fieles, viéndome trabajar en su bien espiritual, y sabiendo por la doctrina del Eyangelio que es digno de premio el operario diligente, me suministraban el alimento cor- poral, y no exigia otra cosa; y aun esto lo re- cibia cómo limosna, considerándome siervo imú- til. Este cargo no puede recaer sobre mi en la vida de Capuchino, sino en la de Obispo. Mas V. sin duda ignorará que estas manos con que escribo esta carta han repartido entre los po- bres de Jesu-Cristo mas de cuarenta mil pese- tas; y no es fácil graduar de ladron ó6 robador de los bienes agenos á un Obispo que soeorre á los pobres con sus propios alimentos. No se me oculta el destino que debe darse á las ren- tas eclesiásticas ; y mo he hecho en esto mas que: lo que debia de justicia. Tengo la prueba en mis cuentas, y en la hora que V. guste po- dré mostrarselas ; pero como estamos distantes, y V. quiere que nuestra separacion sea eterna, puede preguntárselo á los hospitales , casas de misericordia , cárceles, conventos de Religiosas, viudas , huérfanos , labradores, artesanos, pár- rocos , prisioneros, seculares y religiosos , y otros necesitados de Zaragoza y el reyno de Aragon. Aqui mismo he socorrido á los pobres prisioneros españoles , Oficiales y soldados , que

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