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A A E a edi HALA A Po see e ca Aa AENA pac gd y CIA a y A?” SAR $ Pq 0. e e cdt 5 » E A RO sr PP. 218 cho 4 un Rey intruso durante la vida de nues. tros legítimos Soberanos. Este es un crimen imperdonable que ha emponzoñado todas las brillantes virtudes de la anterior vida de V. — ¿Está V. muy seguro de eso , P. Callosa ? Vál. ganos Dios. ¿ Con que todo lo hemos de recon. quistar palmo á.palmo, y á punta de lanza ? Vamos adelante. Todos mis delitos por confe- sion de V. se reducen á uno, y el pecado es- tá en haber recibido públicamente en la santa Iglesia del Pilar el juramento de obediencia y fidelidad prestado al Rey Católico José Napo: leon 1.? por todas las autoridades eclesiásticas, militares y civiles, en fuerza de la obligacion que contrageron al tiempo de la capitulacion de la ciudad. — ¿ Obligacion ? Nada de eso, replica todavía el P. Definidor. Pues si yo con- cediera que ellas tenian obligacion de prestar- le, no seria vicio sino virtud el recibirle. — Hola, es V., Padre mio , un argumentador terrible. Apuesto á que de muchacho le tenian por marrajo los otros jóvenes concurrentes á la escuela. ¿Con que las autoridades nuevaz mente establecidas 4 confirmadas por el nue- vo Gobierno militar que habia tonquistado á Zaragoza, no tenian obligacion de prestar el juramento de fidelidad y obediencia al nueyo Rey , aunque-clara, expresa y terminantemen- te se hubiese pactado y firmado asi por ámbas
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