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215 cuántos enfermos apestados y moribundos ha asistido personalmente ? Cuando me conduge- ron á Zaragoza duraban todavía el hambre, las enfermedades y el mortífero contagio : los Sacerdotes escaseaban , y la justicia y la caridad exigian de mi imperiosamente que asistiera, consolara y socorriera á mis pobres diocesanos en tan terrible tribulacion. ¿Han practicado obras de este linage esos Señores Obispos au- sentes ? ¿No hubieran podido practicarlas co- mo yo ? Declárese ingénuamente la verdad. Muchos de ellos, por un cobarde temor y por guardar su piel propia, no solo han dejado en- tre los dientes del Lobo la de sus pobres ovejas, sino que acumulando congojas espirituales á los oprimidos, han formado un cisma escandaloso en sus Iglesias, estableciendo jurisdicciones en= contradas, que deshacen unas, lo que prescri- ben otras; deponiendo Párrocos legítimamente nombrados segun los sagrados Cánones, condu- ciéndoles violentamente á sus pretendidos tri- bunales, secuestrándoles sus cortos alimentos, y reduciéndoles á la mendicidad'ó la desespe- racion ; estableciendo en las parroquias Clérigos ignorantes ó díscolos, para que guiando un ciego á otros ciegos se precipiten todos en la hoya del infierno. Ha llegado la miseria hasta el extremo de fulminar excomuniones unos Vicarios que se decian generales , contra otros
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